PALMA.- El pasado 8 de agosto fue un mal día para Maniong M., un joven senegalés venido a España, concretamente a Palmanova, a buscarse la vida. Como la crisis ha convertido la venta ambulante (baratijas, DVDs y similares) en un mal negocio, se le ocurrió que podía vender aspirina picada a un turista italiano que estaba intentando comprar cocaína.
Y no es que el italiano se diera cuenta de nada, sino que quien se dio cuenta de que Maniong le estaba pasando a otro sujeto una bolsita con un polvo blanco, a cambio de dinero, fue un agente de la Policía Local de Calvià.
Para el policía local, blanco y en bolsita solo podía ser una cosa, y procedió a detener al senegalés. Lo entregó a la Guardia Civil y de allí fue puesto a disposición judicial. El juez lo mandó a prisión preventiva, porque las explicaciones que escuchó no le convencieron.
Maniong le dijo a la policía y al juez que el italiano se le había acercado para preguntarle por un tipo del mismo color que él que en fechas anteriores le había vendido aspirina picada en lugar de cocaína. Esto al juez le sonó a excusa y alojó al senegalés en una suite del Hotel las Rejas, con vista a la Serra.
En el momento de la intervención del polvo blanco la policía no realizó el test previo que se suele hacer para afianzar o descartar las sospechas de que la sustancia intervenida sea droga. El paquete fue enviado al departamento de sanidad de la Delegación del Gobierno.
Y comenzó a pasar el tiempo. A partir de la detención y encarcelamiento, cada 30 días el juzgado pedía a la Delegación del Gobierno que analizara la sustancia. Pero no había respuesta. Mientras tanto, Maniong, a la espera, palidecía en la cárcel de Palma. Su abogada le decía que se resignara.
Hace cosa de 15 días, el senegalés cambia de abogado, tras conocer al defensor Jaime Vicente Campaner. El letrado escuchó su historia, se cercioró de que su cliente dice la verdad y no le va a dejar en ridículo y le animó a que le explicara la historia al juez. Si el polvo era aspirina, saldría en libertad.
Antes le había preguntado por qué cuando lo detuvieron no dijo ya la verdad. Maniong se creía que era delito. Campaner le explica que no, que vender aspirina picada no es un delito contra la salud pública, porque la sustancia vendida no perjudica el bien de la salud que la ley quiere defender.
El juez le escuchó el lunes de esta semana y le creyó. En primer lugar, Maniong nunca había admitido que aquel polvito fuera cocaína y ya desde un principio habló de aspirina picada. Además, esa mañana, desde el juzgado preguntaron a Delegación de Gobierno qué pasaba con los análisis.
Y esa misma mañana contestaron desde Delegación que acababan de hacerle una prueba preliminar al polvo blanco de Maniong y que todo parecía indicar que no era cocaína. Añadieron que un día de éstos harían la prueba definitiva y que ya dirán cosas. El juez, en el auto, critica severamente esta actitud.
El mismo lunes Maniong recuperó la libertad. Está que no se lo cree. Ha pasado más de cuatro meses en el trullo sin necesidad. Ahora su abogado prepara una demanda contra el Estado para lograr que lo indemnicen por el error cometido. Si Delegación hubiera hecho las pruebas a tiempo...
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