El pasado viernes 10 de octubre, un grupo de cinco amigos se sentó en un banco de la plaza de la Alameda de Sevilla. Se les acercaron dos policías y les informaron de que estaban cometiendo una infracción por consumir bebidas en la calle. Los jóvenes se defendieron diciendo que aquello no era alcohol y que además no estaban armando jaleo, aún así, les pusieron una multa de 100 euros y les requisaron dos botellas de refrescos.
La aplicación de la Ley Anti botellón en Sevilla está recibiendo numerosas críticas y hasta se ha creado una plataforma vecinal, La calle es de todos, en contra de los abusos de la norma. Y es que la sanción arriba mencionada no es la única de éste tipo.
La página web de la plataforma recoge varios casos más de lo que consideran "exceso de celo" en la puesta en marcha de la ley 7/2006, cuyo octavo artículo recoge la prohibición de la "permanencia y concentración de personas que se encuentren consumiendo bebidas o realizando otras actividades que pongan en peligro la pacífica convivencia ciudadana fuera de las zonas del término municipal que el Ayuntamiento haya establecido como permitidas".
Charlar en el silencio de la noche
Según el relato de otra de las afectadas, el día 9 de octubre, a las 1,40 de la madrugada, se encontraba "conversando tranquilamente con unos amigos en la sevillana Alameda de Hércules, cuando de repente se acercó a nosotros un agente que nos comentó que estábamos manteniendo una concentración ilegal y que debíamos disolverla. Le respondimos al policía que estábamos charlando amigablemente y en voz baja en medio de la vía pública y sin consumir alcohol, que la calle es un espacio público de encuentro entre personas y que tenemos derecho a disfrutar de ella en las cálidas noches de finales de verano. Seguidamente, nos fue requerido el DNI e impuesta una multa de 250 euros".
Un par de meses antes, otros jóvenes recibieron una multa por "charlar un grupo de 4 personas en lugar reseñado en el silencio de la noche".
Los afectados denuncian que la presión se hace exclusivamente en una zona de la ciudad, La Alameda, y se preguntan si ocurriría lo mismo en otras zonas más frecuentadas por turistas extranjeros, que también beben refrescos al aire libre.
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