sábado, 12 de diciembre de 2009

Lo entierran vivo tras declararlo muerto

La incredulidad invadió a la medianoche del viernes a los guardias de seguridad de la empresa minera que se ubica en la zona cuando escuchaban gritos que venían de una tumba del cementerio viejo del lugar.

El hecho inusual alarmó a los dos guardias que cumplían su turno en el plantel. Por temor a que se tratara de algo sobrenatural ignoraron los lamentos que salían de la tumba del joven Isaac Ramírez Pérez, 27, quien había sido enterrado el jueves por la tarde.

Sin embargo, para estar seguros, los guardias hasta en horas de la mañana avisaron a los familiares del fallecido, quien había sido declarado muerto en el Hospital de Occidente después de que se le practicó una cirugía que se supone le provocó la muerte.

La familia llegó hasta el camposanto a las nueve de la mañana del viernes; de inmediato rompieron el mausoleo y sacaron el ataúd.

Su sorpresa fue enorme cuando encontraron el cuerpo sudado. De inmediato avisaron a las autoridades, las que llegaron hasta el lugar para verificar si realmente el joven murió o qué fue lo que ocurrió.

El asombro imperó en toda la comunidad que se volcó de lleno para ser testigos de un caso que ayer mantuvo en expectativa al occidente del país.

Hechos

Según el relato de Francis Ramírez, un hermano del fallecido, Isaac presentaba un dolor fuerte en el estómago, por lo que decidieron trasladarlo hasta el Hospital de Occidente. El dictamen establecía que Isaac Ramírez tenía problemas en la vesícula, por lo que requería de una intervención quirúrgica. El joven fue ingresado a la sala de cirugía de hombres, adonde falleció un día después.

La familia se resignó ante lo inevitable y mientras conseguían recursos para comprar el ataúd y trasladarlo hasta Azacualpa, La Unión, Copán, de donde era originario, su cadáver permaneció dos horas en la morgue del hospital.

El hoy occiso fue velado en su pueblo acompañado por familiares y amigos. El jueves a las dos de la tarde, después de una celebración litúrgica, sus restos fueron trasladados hasta el cementerio viejo que se ubica en San Andrés Minas.

La familia regresó a su casa sin imaginar lo que horas después ocurriría. Los relatos de la familia comentan que cerca de la medianoche los guardias escucharon gritos que provenían del cementerio.

“Un guardia de la empresa minera escuchó cuando mi hermano gritaba en la tumba; con desesperación pedía que lo sacaran de la tumba.

Ellos nos avisaron temprano en la mañana y no dudamos en venir y sacarlo.

Ante este hecho las autoridades llegaron hasta el lugar para corroborar estos hechos. Sin embargo, a pesar que el cuerpo no estaba rígido no presentaba signos vitales.

A las dos de la tarde, agentes de la Dnic llegaron con el fallecido hasta el hospital adonde el médico forense dictaminó que el joven presentó un estado de catalepsia, que es cuando la persona estaba en aparente muerte y sin signos vitales, y que por eso se produjo este hecho.

En conclusión, cuando se evaluó a Ramírez se determinó que él ya había muerto por asfixia.

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