sábado, 12 de diciembre de 2009

Barcelona tendrá un museo para 'ver' en la oscuridad

Un viaje al corazón de las tinieblas, un paseo por el negro total. En las profundidades de la oscuridad, cuando la vista deja de ver, se revelan el resto de los sentidos. Barcelona será la primera ciudad española en acoger un museo de la oscuridad permanente, llamado Diàleg a la Fosca. Los visitantes aparcarán la vista para vivir una experiencia sensorial, guiados por un cicerone acostumbrado a desenvolverse en el negro, un invidente.

A los pies de la torre Mapfre y del Hotel Arts, en el muelle de la Marina, este museo tan singular abrirá sus puertas en el invierno del 2010-2011 y será el más grande de Europa con sus 3.800 metros cuadrados. El Ayuntamiento de Barcelona cede este espacio privilegiado, delante de la playa, a la Fundació Diàleg a la Fosca y a la ONCE, que gestionarán el futuro centro.

¿Cómo es un museo en el que no se ve nada? "Es un viaje por un escenario no visual de sonidos, olores, texturas y sensaciones cotidianas que adquieren una nueva dimensión", explica Carlos Bloss, presidente de la Fundació Diàleg a la Fosca, que lleva cinco años detrás de este proyecto. Armado con un bastón para invidentes, el visitante se adentrará en diferentes espacios (un bosque, la ciudad, un mercado, una cafetería) con la sola ayuda de sus sentidos y la voz del guía.

El viaje por la oscuridad empieza en un parque natural. Allí se oye el rumor del viento entre los árboles, el murmullo del agua corriendo en un río, niños que juegan a lo lejos e incluso se siente el frescor de la brisa o el calor del sol sobre la piel. Todo sensaciones: que si el olor primaveral, que si el frío tacto de una escultura... Pero la tranquilidad dura poco. Progresivamente, el suelo de hierba y de arena se transforma en duro asfalto. El grupo (de 8 a 10 personas) llega a una ciudad y el caos se dispara: sirenas de ambulancia, el ruido de los coches, un avión ocasional, una moto sobre la acera, peatones que van y vienen, olor a gasolina, semáforos, farolas y bordillos que se convierten en peligrosos obstáculos. "El ruido es la niebla de los ciegos", compara Bloss. El recorrido sigue por alta mar, con un paseo en barca en el que no importa no ver el azul mediterráneo. "El placer de viajar es el mismo: se nota el salitre, se oyen las gaviotas, el pelo revolotea con el viento...", cuenta Bloss.

Tomarse un café a oscuras puede ser todo un reto. Y los visitantes lo superarán en la cafetería del museo, donde camareros ciegos les servirán e intentarán que no se tropiecen con las sillas ni se sienten encima de nadie.

El futuro museo dará trabajo a 75 personas, la mayoría discapacitadas. "Ellos serán, precisamente, los más capacitados para moverse por la oscuridad. Ahí no hay altos ni bajos, guapos o feos, negros o blancos, no hay diferencias de clases: todo el mundo es igual", señala Bloss. Y como iguales se sentarán a la mesa del Restaurante en la Oscuridad, otra de las atracciones de este centro cultural, en el que se realizarán seminarios, se presentarán nuevos productos (por ejemplo, perfumes) y se impartirán business-trainings. "La oscuridad es un lugar ideal para realizar un encuentro de negocios. En Davos ya lo hacen cada año. Y algunos líderes de Estado han dicho que es la mejor manera para mantener una negociación por la paz", apunta Bloss.

Precedentes menores

Los museos oscuros no son una novedad. En 1989, el Doctor Andreas Heinecke inauguró el primer museo de la oscuridad en Francfórt. Desde entonces ciudades como Hamburgo, Tel Aviv, Milán o Atlanta han abierto su propio recorrido por la oscuridad. Pero el de Barcelona será el mayor del continente.

Ni Jordi Hereu ni sus tenientes de alcalde quisieron perderse la presentación de lo que será el futuro museo. El líder de la oposición, el convergente Xavier Trias, tampoco fue menos. Porque todos los partidos del Ayuntamiento de Barcelona apoyaron hace un año la propuesta de este nuevo equipamiento en el que cualquiera puede dejar atrás la vista para experimentar con el resto de sus sentidos.

Ya lo dijo Antoine de Saint-Exupéry en boca de su Principito: "Sólo vemos bien con el corazón. Todo lo que es esencial es invisible a los ojos".

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